Hoy día la escritura es una práctica generalizada y es el resultado de una evolución histórica. También forma parte de nuestra vida cotidiana, sin embargo, esto no fue siempre así. En el medievo, la herencia romana pervivió en Occidente en los monasterios y conventos, en las universidades y en las cortes reales. Los hombres de la Edad Moderna fueron desarrollando y generalizando la práctica de la escritura, rompiendo el ámbito restringido en el que había quedado refugiada en la Edad Media.
La forma de escribir cambió con el paso de los siglos y, con ella, la materia sobre la que se escribía y los instrumentos que se empleaban. También lo hizo la grafía de las letras, lo que dio lugar a varios tipos de escritura. La Paleografía es el instrumento que permite acercanos a esas maneras de escribir que se desarrollaron en el pasado y leer los documentos que generaron. Además, esta disciplina ha permitido crear una Historia de la Escritura.
Los documentos escritos constituyen la fuente directa más importante que ha existido durante siglos para la Historia del hombre. Conocer cómo se gestaron, qué características tenían y de qué forma han llegado hasta nosotros constituyen los tres principios básicos de la Diplomática.
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